Monday, December 10, 2007

Berenice

Era octubre y una neblina densa azotaba la ciudad. El trafico parecía indicar que la noche sería larga. José, un poco cansado de la rutina semanal, salió de casa y tomó la rutina de cada viernes. Algo muy dentro de él decía que sea sería una buena noche.

La Avenida Constitución lucía atestada de gente, el bullicio de esta gran urbe latía en su piel. La noche cobraba vida en el centro de la ciudad. La luces multicolor brillar en su rostro ingenuo, hermético.

Serpenteó un poco entre las venas de la ciudad. Hurgaba entre ojos que lo observaban, buscaba algo, algo que llamara su atención, una señal que hiciera que la vida cobraba sentido. Hurgaba entre ojos extraños que le miraban; entre labios que lo seducían y nada: no llegó la chispa que encendiera sus deseos. Se sintió vacío y abatido. Naufragando como un muerto entre estas calles de Dios que en ocasiones no tienen sentido.

Se adentró a la zona roja de la ciudad donde varios tugurios de mala muerte, con sus luces fluorescentes, le llamaban. Lugares tachados de indecentes donde se derrocha el placer, donde hombres de diferentes clases sociales llegan a satisfacer sus más bajos instintos. Recinto donde chicas contonean sus caderas al ritmo de la música, mientras unas prendas diminutas cubren su malsana desnudez.

José se adentro a uno de esos lugares. Conocía perfectamente el ambiente. Se acomodó en el sitio habitual mientras pedía un trago y varias personas le saludaban de reojo. Él era un buen cliente y sabían como tratarlo.

La noche era fría y ahí dentro, el aire era denso y un olor a perfume barato inundaba el ambiente. Las luces y la música encendían sus sentidos. Recreó sus pupilas con el bello paisaje que brindaba el lugar: chicas contoneándose de manera provocativa, hasta cierto punto vulgar. José paseó la mirada por el recinto y se detuvo en la bella dama que tomaba un trago en la barra: Ella era de piel trigueña, senos prominentes y caderas de perdición; labios carnosos, mirada penetrante y una melena que cual cascada caía sobre unos delicados hombros.

Ella es mía- pensó José.

Se encaminó hacia ella. Rozó su hombro con la mano, mientras susurró muy quedamente en su oído un ¡hola! que casi se perdió en el viento. No molestes, mi turno termino- dijo ella y José sonrío. En ese instante supo que era la indicada.

Le pagó varios tragos y prometió buena paga si cumplía uno que otro de sus caprichos. Así empezó el juego de la seducción. Se adentró a la zona de privados donde bailó sólo para él. Empezaron el juego de miradas lascivas, de besos furtivos. José, acarició su piel tersa y suave mientras la sangre le hervía y el deseo le brotaba por los ojos. Ella susurró en su oído: vamos a tu casa. Y él accedió sin vacilación.

Serpentearon la ciudad como las manos de José serpentearon las piernas de la dama. Exploraba su piel. La calle Vizcaya lucía desierta y una casa fría los esperaba. Cruzaron el patio mientras la mirada de él recorría su espalda hasta perderse justo en la gloria.

Cruzaron el umbral de la puerta y el mundo se volvió pequeño. José navegó en su piel. Recorrió el sendero de sus piernas largas, se agazapó entre sus murallas: firmes, dulces, tiernas. La amó como pudo y como quiso hacerlo. Hay bocados tan dulces que se degustan poco a poco- pensó. Y así lo hizo él. La degustó poco a poco: los brazos, las piernas, su sexo. Aferrados uno al otro se amaron como fieras hambrientas; como dos licántropos en celo. Terminó él recostado sobre el pecho de ella, perdido en su mirada de gata.

Su cabeza rodó a 100 revoluciones por segundo, todo se difuminaba en su mente: el estrés, la carga emocional de la familia. Todo moría en esos minutos de éxtasis junto a esa fierecilla llamada, Berenice.

Algo latió en su pecho y sintió amarla. Se recostó a su costado y la observó de reojo y mientras una frase vista hace tiempo en la Biblia vieja de su madre, pasó por su mente: “ guárdame como a la niña de tus ojos, protégeme a la sombra de tus alas”. Se sintió sucio. Resignado, sólo cerró los ojos y espero a que amaneciera.





1 comment:

amg2008 said...

Felicidades, escribes muy bonito.